Crepúsculo de flores bajo el alero de la casa, la Dama de la
Noche contra la pared deja en libertad dulce y pegajoso su aroma, mientras los primeros grillos batallan con el sonido monocorde y molesto encencendidos en furiosa pasión de No me Olvides.
María sentada en la reposera mira el infinito, y sus ojos marrones se achican para traspasar el infinito que poco a poco se prende de estrellas.
Coros de Hadas y Duendes la rodean... juegan y bailan sobre matas de violetas que mansamente las plantó una tarde cualquiera, no muy lejana, casi, casi el día que Pedro entró corriendo para decirle vas a ser abuela... O quizás lo soñó en su deseo de serlo... era lo que más quería.
Su viaje no le permitió tener en su regazo al niño; fue una de tantas que hoy muchos quisieran regalarle, a veces las mezquindades ajenas no permiten a los sueños realizables y colocan un muro provocando sombras que con el tiempo les pegan fuerte y las lágrimas no alcanzan para lavar esas mezquindades y negaciones hechas a personas nobles y puras de pensamiento que sueñan o soñaban como María... cosas simples que te da la vida.